Declaración por el día Mundial de la Alimentación y “Canelones TED Alimenta/por soberanía alimentaria” 2022

Colectivo Ecofeminista Dafnias

Casi un 80% de la producción de alimentos en el mundo la realizan campesinos y pequeños productores familiares. En América Latina, de estos pequeños productores el 50% son mujeres. Las mujeres rurales y campesinas producen la mayoría del alimento, sin embargo no acceden a la titularidad de la tierra. Su trabajo tanto en la producción de alimentos así como en el cuidado de sus familias lleva a que las tareas relacionadas con el comer estén a cargo de ellas. La brecha de género en el acceso, control y titularidad de la tierra tienen un impacto directo en el derecho a la alimentación. ¿Podemos resolver los problemas de inseguridad alimentaria sin tener en cuenta a quienes producen la mayor cantidad de alimentos en el mundo? ¿Se puede hablar de resolver la desigualdad en el acceso a la alimentación y la mejora de la situación económica de quienes trabajan en la producción alimentaria sin considerar a pequeños productores y a las mujeres productoras de alimentos en particular?

En este evento organizado por el gobierno departamental de Canelones, no se invitó a ninguna mujer, ni a científicas, ni tampoco a productoras. Esta mirada sesgada y androcéntrica a la situación de inseguridad alimentaria y la transformación de sistemas agropecuarios para responder a la crisis climática y de biodiversidad limita las posibilidades de respuesta, innovación y diseño de políticas públicas para atender a problemas importantes que enfrentamos como país, región y mundo.

La mirada de este panel de ingenieros agrónomos varones con intereses directamente relacionados con grandes corporaciones como BIOCERES y visiones industriales de la producción agropecuaria, promueve la intensificación de la producción de alimentos genéticamente modificados en los que se usan fertilizantes y se produce a gran escala monocultivos o lechería para la exportación. Sin embargo, esta solución que nos venden como innovación se sustenta en viejas ideas como el menosprecio de saberes locales, la tecnología como solución a los problemas sociales y el crecimiento económico como índice de buena calidad de vida. Estas ideas son las mismas que sustentan el modelo imperante, del que la revolución verde fue símbolo y al que hoy se le pone un nuevo nombre más políticamente aceptable “sustentabilismo” o “convergencia tecnológica 2.0”. No se dice o se invisibilizan las bases que sostienen este modelo de producción agropecuaria industrial basado en combustibles fósiles, los mismos que son responsables de la crisis climática y ambiental por la que tenemos sequías, inundaciones y eventos climáticos extremos. Este modelo basado en la intensificación de la producción depende del uso de fertilizantes sintéticos hechos de combustibles fósiles así como también de la utilización de maquinarias/robots/celulares, también transporte de la producción que utiliza combustibles. Los alimentos que se producen de esta manera son mayormente para la alimentación de animales que viven en granjas en las cuales son tratados de forma cruel, con el uso de antibióticos y la producción de residuos que contaminan el suelo y las aguas generando impactos en la salud del planeta y las personas.

Las mujeres reunidas en el encuentro por Soberanía Alimentaria realizado en Nyeleni-Selingué, Malí en febrero 2007 declaraban:

“El modelo industrial y las transnacionales amenazan la existencia de la agricultura campesina, de la pesca artesanal,de la economía pastoril y también de la elaboración artesanal y del comercio de alimentos en pequeña escala en zonas urbanas y rurales, sectores donde las mujeres juegan un rolimportante… Estamos movilizadas. Luchamos por el acceso a la tierra, a los territorios, al agua y a las semillas. Luchamos por el acceso al financiamiento y al equipamiento agrícola, por las buenas condiciones de trabajo, por el acceso a la formación y a la información, por nuestra autonomía y por el derecho a decidir nosotras mismas y también a participar plenamente en la toma de decisiones”.

Pensar un futuro donde se pone la vida en el centro requiere el desarrollo de estrategias para defender latierra con justicia social, ambiental y de género. Esas innovaciones tienen que incorporar a los actores sociales directamente involucrados/as en la producción de alimentos en el territorio y valorar sussaberes. El problema del hambre y el acceso a la alimentación en el Uruguay no son por falta de conocimiento. Estos problemas tienen que ver con políticas de Estado que promueven la agroindustria y el monocultivo para la exportación por sobre la producción familiar y de pequeños productores agroecológicos que utilizan métodos que son amigables con el ambiente, dan diversidad de alimentos inocuos y con mayor valor nutritivo. Promover la transición hacia formas de producción agroecológica, la formación e investigación local en agroecología dando acceso a la tierra a quienes la trabajan en vez de a personas que las manejan a distancia ofrece posibilidades de futuro que aporten a la mayoría dequienes producen nuestro alimento en Uruguay hoy: productores/as familiares o de cooperativas en Canelones y la zona metropolitana.

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