Los hombres y sus incertidumbres

Cotidiano Mujer Nº38
Año 2002


Socióloga Wanda Cabella
Economista Andrea Vigorito

El aumento del divorcio y de las uniones libres, el crecimiento de los hogares a cargo de mujeres divorciadas o separadas, la reconstitución de hogares, son fenómenos que se han acelerado en Uruguay desde la década del ochenta. Esta evolución no es particular de la sociedad uruguaya sino que se dio algunas décadas antes en muchas sociedades desarrolladas. La discusión sobre los efectos del cambio familiar en estos países es turbulenta y existen diversas posiciones al respecto. Muchos sostienen que la mayor inestabilidad familiar es perjudicial para los niños pues los debilita emocionalmente, erosiona el bienestar material de sus hogares y debilita sus vínculos con los padres quienes por estar habitualmente mejor insertos en el mercado de trabajo pueden brindarles mayor capital social. Para este grupo, las políticas públicas deberían combatir la inestabilidad matrimonial. Es el caso de autores estadounidenses como Davis, Glendon o Popenoe, Skolnick. Otros como por ejemplo, Furstenberg, Mc Lanahan, Kiernan, creen que no es fácil identificar las consecuencias del cambio familiar en el corto plazo y proponen políticas públicas que contemplen la diversidad de situaciones y acepten el cambio familiar como un hecho irreversible.

La discusión sobre los efectos del cambio familiar está presente también en Uruguay. En el último informe sobre desarrollo humano del Programa de Naciones Unidas titulado “Inserción internacional, empleo y desarrollo humano” se presenta una sección escrita por el sociólogo Rubén Kaztman “Los desafíos que plantean las transformaciones del mercado de trabajo al desarrollo humano en Uruguay”. En esta sección se desarrollan las implicaciones de la creciente desigualdad y precarización en el mercado de trabajo y de las mayores tasas de desempleo sobre diversos aspectos de la vida social. En varios trabajos, Kaztman y también Carlos Filgueira han planteado estas ideas permitiendo visualizar problemas que permanecían ocultos para la sociedad uruguaya. Es el caso, por ejemplo, de aquellos sobre la segregación residencial, sobre la multidimensionalidad de la pobreza y sobre el cambio familiar entre otros. Sin embargo, la visión de Kaztman sobre las formas y los efectos del cambio familiar en los niños y en particular en sus posibilidades de acumulación de capital social, nos lleva a plantear algunas preguntas.

 

Cambio familiar y reproducción intergeneracional de la pobreza: la incertidumbre de rol

 

Básicamente, la idea planteada por Kaztman consiste en que, en un contexto en que el rol del Estado cambia, el aumento de las uniones libres tiene un impacto negativo en la acumulación de capital social de los niños y contribuye a la reproducción intergeneracional de la pobreza. Partiendo del dato de que las uniones libres han aumentado significativamente desde la década del ochenta, se atribuye este hecho a dos tipos de fenómenos. Por un lado, en los estratos más altos, el efecto sería comparable a lo ocurrido en las sociedades desarrolladas y se estaría ante lo que el autor llama “efecto modernización” que básicamente consiste en la adopción de los patrones culturales de los países desarrollados, donde la unión libre se generalizó desde mediados de la década del ‘70 entre los sectores de jóvenes educados. Por otro lado, en los estratos bajos, donde las uniones libres son más frecuentes y también han aumentado, la causa estaría asociada al creciente desempleo masculino. Kaztman llama a este efecto incertidumbre de rol, y éste constituiría una peculiaridad del caso uruguayo y otros países latinoamericanos.

 

La incertidumbre de rol explicaría el aumento de la unión libre en base a la creciente negativa de los hombres a contraer matrimonios legalmente constituidos. Para explicar este postulado, se parte de la idea de que la identidad masculina se basa en dos pilares, la familia y el trabajo. Mientras el cambio de roles a nivel doméstico ha socavado el poder de los hombres dentro del mismo, el creciente desempleo y empeoramiento relativo de las remuneraciones de los trabajadores de baja calificación, reduce sus posibilidades de realización en el ámbito público y también cuestiona su rol de proveedores dentro del hogar.

Estos dos elementos llevarían a los hombres a sentirse cuestionados en todas las esferas y por lo tanto, a no establecer uniones duraderas, las que en este enfoque se equiparan a vínculos matrimoniales legales. La inestabilidad de las uniones y el hecho de que los hijos de una unión que ha terminado quedan en general a cargo de la madre, lleva a que los padres no trasmitan a sus hijos los activos que les permitirían acceder a buenos puestos de trabajo y por lo tanto contribuye a la reproducción intergeneracional de la pobreza. Además, la gratificación resultante de cumplir el rol de proveedores es tan fundamental para la constitución de la identidad masculina, que redunda en que los hombres de estratos populares sean renuentes a que sus parejas trabajen, reduciendo así el nivel de ingresos potencial de estos hogares.

De este modo, las transformaciones recientes que ha experimentado la familia uruguaya, en particular el aumento de las uniones libres y de las rupturas conyugales, acarrean consecuencias negativas para el desempeño de las clases populares y por extensión para el funcionamiento general de la sociedad, según Kaztman, “La importancia de estas transformaciones se debe a su impacto sobre la capacidad de las familias para socializar a las nuevas generaciones y para complementar la formación que reciben de las instituciones de enseñanza. Como veremos más adelante, la evidencia es contundente. Los niños cuyos padres biológicos han formalizado su unión exhiben, promedialmente, mayores logros educativos que sus pares en cualquier otro tipo de configuración familiar” (pp. 113). Los menores logros educativos hipotecarían la corriente de ingresos futuros de los niños.

Esta interpretación es muy sugerente respecto de los cambios que puede estar experimentando la identidad de los hombres. Hay que destacar también que se trata de un cuerpo de ideas coherentes y muy bien articuladas. Sin embargo, su examen nos lleva a plantear varios cuestionamientos.

 

Nuestras incertidumbres

 

Los estudios sobre los arreglos conyugales del pasado, ponen de manifiesto que, a diferencia de lo ocurrido en las sociedades europeas, la unión libre y la fecundidad "ilegítima" fueron prácticas comunes en los sectores rurales y las capas urbanas populares de la sociedad uruguaya de fines del SXIX y principios del SXX (Pollero, 1994, Pellegrino, 1997). De modo que una visión de largo plazo muestra que no se trata de un fenómeno nuevo entre los sectores de bajo nivel socioeconómico, ni necesariamente coincidente con el aumento de los niveles de precarización del empleo. Por otro lado, analizando la información de los dos últimos censos se encuentra que el aumento de las uniones consensuales entre 1985 y 1996 es sustancialmente mayor para la población joven de alto nivel educativo que para el resto.

 

Utilizando el mismo tipo de información que presenta Kaztman, datos censales y encuestas de hogares, es posible suponer que más que un fenómeno definitivo, las uniones libres representan una etapa en las vidas conyugales de los jóvenes uruguayos. En efecto, si se observa la frecuencia de las uniones consensuales por edad, respecto al total de personas en una unión (legal o no), puede constatarse que ésta es particularmente importante cuanto más joven es la población, así, pasados los treinta años la importancia de las uniones consensuales decrece mucho en relación a la incidencia del matrimonio. En definitiva, puede pensarse que más que un rechazo al vínculo matrimonial, parece existir un aplazamiento del mismo. Esto se observa claramente en Bucheli et al (2002) donde se pone de manifiesto que las tasas de cohabitación prenupcial entre las nuevas generaciones son muy altas.

Además: ¿Por qué se supone que el efecto modernizador no alcanza a las personas de menor nivel educativo y se atribuyen todos los cambios a la incertidumbre de rol?Eso equivaldría a suponer que los estratos bajos de la población permanecen inmunes a los valores y actitudes que transmiten los medios masivos de comunicación. Por otro lado, en esta visión se supone que las características del tipo de unión se definen unilateralmente por los hombres mientras las mujeres, ávidas por casarse, aguardan pasivamente cual será su destino. ¿Son efectivamente los hombres los que deciden el tipo de unión? Muchos estudios ponen de manifiesto –y Kaztman los cita- que el desempleo masculino está ligado al aumento del divorcio.

Quizá el creciente desempleo haga que los hombres de baja calificación, además presos de una creciente incertidumbre, no sean una opción tan interesante para las mujeres casaderas, o que el aumento del empleo y del nivel educativo femenino redunden en un proceso de selección de pareja más estricto por parte de las mujeres.

 

Se supone que las uniones libres son más inestables: ¿es cierto que las uniones consensuales son más perecederas que las legales? Ello parece ser así de acuerdo a diversos estudios que se han realizado en los países desarrollados, pero éstos también destacan que no es la propia unión libre la que fragiliza la unión, sino el hecho de que quienes escogen esta modalidad conyugal tienen de antemano actitudes y expectativas “modernas” frente a la pareja. En este sentido, la durabilidad de la unión estaría sujeta a la continuidad de la satisfacción afectiva que se procura en la misma. Esta actitud, presente también en los matrimonios modernos, sería más fuerte entre quienes eligen comenzar su vida conyugal fuera del matrimonio legal.

En relación a la transmisión de activos: ¿Sólo cuando conviven con las madres de sus hijos transmiten los hombres recursos a sus hijos? Los resultados de una encuesta reciente a mujeres montevideanas de 25 a 54 años presentados en Bucheli et al (2002), ponen de manifiesto que luego de la disolución de la unión, los hombres ven poco a sus hijos y transfieren poco dinero.

Cuadro 1.- Frecuencia de transferencias de dinero al hogar de la madre. Porcentajes de hijos.  

 

menos de 6

6 a 12  

13 a 18  

Sí, regularmente 39.2 27.4 36.7
Sí, ocasionalmente   21.6 8.9 5.4
No, pero le pasaba antes   2 14.3 10.2
Nunca le pasó 37.3 45.8 41
  Sin datos 0 3.6 6.6
Total 100 100 100

Fuente: Bucheli et al (2002).

 

Cuadro 2.- Hijos según frecuencia de visitas del padre por grupo de edad. Porcentajes

Frecuencia de visitas

  menos de 6

6 a 12 

13 a 18 

Hasta 4 días por semana 25.5 11.3 17
De 2 a 3 días por semana 15.7   17.3 12.1  
Una vez a la semana 15.7 8.9 11.5  
Una vez cada 2 semanas 7.8 8.3 4.8 
Una vez al mes 5.9 6.5 7.3  
De vez en cuando 5.9 15.5 25.5  
Nunca 23.5 28.6 15.8
Sin información 0 3.6 6.1
Total 100 100 100

Fuente: Bucheli et al (2002).

 

Así, ¿por qué atribuir esta característica a las separaciones de las uniones consensuales cuando parece ser una práctica generalizada?

Por otra parte, Bucheli et al (2002) encuentran que la mayor parte de las tareas domésticas, como lavar los platos y limpiar la casa recae sobre las mujeres independientemente de su actividad laboral y que las hijas participan más de estas tareas que los hijos. Este estudio también revela que los cambios generacionales a este respecto han sido muy moderados. ¿Cuán profundo es el cambio de los roles dentro de los hogares?

También se hace mención al controvertido tema de la relación entre situación familiar y rendimiento escolar. Sin embargo, hay que recordar que para analizar los efectos del cambio familiar sobre el rendimiento escolar, ya sea del divorcio o de la unión consensual, es necesario tener un panorama de largo plazo de la vida de los niños y no estudiar solamente los momentos cercanos a la ruptura de la pareja de los padres. Al respecto, dicen Furstenberg y Kiernan (2001) “analizar los efectos del divorcio calculando promedios de rendimiento escolar de los niños en familias intactas y no intactas sólo lleva a conclusiones toscas y equivocadas sobre cómo la disolución marital afecta el bienestar de los niños en su vida futura” (p. 455)

Por último, si la unión libre parece predominar en los hogares de menores recursos, y entonces es una dimensión altamente correlacionada con la pobreza, ¿no será que más que una explicación del mal rendimiento escolar de los niños es otra forma de medir lo mismo?

El hecho de que los hogares monoparentales no tengan tan malos resultados comparativos en términos de rendimiento escolar refuerza el hecho de que no se trata sólo de un problema de efectos del cambio familiar.

 

 1 Este comentario no agota la totalidad del capítulo de Kaztman que es mucho más amplio, sino que se centra en las causas e implicaciones del cambio familiar.  

 2 La posibilidad inversa se excluye porque se supone que en los sectores de nivel educativo alto, la incertidumbre de rol se amortigua por el aumento de las remuneraciones relativas de los trabajadores más calificados y la menor incidencia del desempleo.

   

Referencias bibliográficas  

Bucheli M., Cabella W., Peri A., Piani G. y Vigorito A., Encuesta de Situaciones Familiares y Desempeños Sociales en Montevideo y el Área Metropolitana, 2001. Sistematización de resultados, Documento de Trabajo, UNICEF, Montevideo.

Cabella W. (2002), El cambio familiar en Uruguay, mimeo.  

Furstenberg, F. F. a. K., Kathleen E. (2001). “Delayed Parental Divorce: How Much Do Children Benefit?” Journal of Marriage and the Family 63(2): 446-457.  

Kaztman, R. (1997). “Marginalidad e integración social en el Uruguay.” Revista de la Cepal 62.  

Pellegrino,A. (1997) Historias de la vida privada en Uruguay, t.III, Individuo y soledades, 1920-1990, Taurus, Montevideo.  

Pollero, R. (1994). Transición de la Fecundidad en Uruguay. Montevideo, Documento de Trabajo Nº 17, Unidad Multidisciplinaria-Facultad de Ciencias Sociales-Universidad de la República.

PNUD (2000), Desarrollo Humano en Uruguay 2001. Inserción internacional, empleo y desarrollo humano, PNUD, Montevideo.