Cotidiano Nº 43

Virginia Vargas
Articulación Feminista Marcosur

Evaluar el Foro Social Mundial 2007 en Nairobi no es fácil. El haber logrado realizar el FSM en África es de por sí una ganancia, pues ensancha el horizonte del FSM con la presencia de un continente que había estado débilmente presente en toda su riqueza y complejidad. De muchas formas, el FSM 2007 ha sido una experiencia indudablemente enriquecedora que debemos celebrar. Sin embargo, el FSM en Nairobi también ha condensado muchos de los nudos irresueltos que han acompañado al FSM desde su primera edición en 2001. Y ha añadido otros más, insospechados dentro de las dinámicas y la cultura política del FSM y su Carta de Principios.
Los feminismos que confluyen en el Foro Social Mundial son diversos, multiculturales, desde corrientes políticas distintas que alimentan una multiplicidad de agendas, lo que hace que sean en sí mismos también un espacio de aprendizaje sobre las diferentes formas de construir movimiento y de generar alianzas. La elección misma del Foro como espacio de participación e incidencia expresa un posicionamiento que sostiene que las agendas de las mujeres y las agendas feministas son parte fundamental de las agendas democráticas, en lo global y lo local, y que estas agendas necesitan trascender el espacio propio para buscar conectarlo, dialogar y disputar contenidos con otras fuerzas y movimientos sociales orientados al cambio democrático, abriéndose hacia interacciones y alianzas que amplíen los contenidos del horizonte emancipatorio y avancen en el desarrollo de un contrapoder, alternativo a los poderes hegemónicos. Estas interacciones amplían los marcos de sentido de otros espacios/movimientos al mismo tiempo que se amplían los propios, a través de un proceso de diálogo continuo que no renuncia a las disputas y a la diferencia. No es simplemente articulación. Es un proceso donde la articulación es vista como práctica política relacional y transformadora, que permite “no compartimentalizar las opresiones, sino formular estrategias para desafiarlas conjuntamente sobre la base de una comprensión sobre cómo se conectan y articulan”… (Brah 2004),

Las interacciones, alianzas y disputas con otros movimientos son parte de las dinámicas del FSM. Existen múltiples agendas, con algunas dimensiones compartidas: las luchas contra las injusticias que trae el neoliberalismo, el rechazo y denuncia al creciente militarismo como las más constantes. Pero neoliberalismo y guerra no bastan para definir caminos ni énfasis comunes; existen otras dimensiones político culturales indesligables de los procesos emancipatorios: las luchas contra los fundamentalismos, por el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos, aborto, estado laico, orientación sexual, dan hoy el terreno de la disputa, no solo con los estados y espacios oficiales sino con otros movimientos democráticos.
A lo largo de estos años del FSM como espacio y como proceso se han generado alianzas intramovimientos desde un nuevo posicionamiento político, construido desde una autonomía entendida, no como cierres y clausuras, sino dialogante y negociadora, desde perfiles propios, que marcan el diálogo con otros movimientos, cuya única condición es el reconocimiento del otro-la otra como sujetos de derecho, la equidad como un valor democrático a incorporar en las instancias organizativas o articuladoras de otros movimientos y actores-as sociales y el reconocimiento de la diversidad sexual como un valor y un derecho democrático.

Para los feminismos, el FSM es un terreno de despliegue de articulaciones y alianzas, pero también de disputa, frente a desbalances de poder, frente a la urgencia de democratizar las relaciones de género, frente al reconocimiento de la diversidad sexual. Esta dimensión de disputa es una de las características fundamentales de las dinámicas del Foro y la que alimenta los procesos de democratización, en la medida que la democracia es justamente la negociación del conflicto y no su negación. Nos coloca también frente al objetivo, señalado por Teivo Teivanen, de revertir una tradición, tan propia de la izquierda tradicional, que asume la idea que politizar las diferencias es polarizarlas (Teivanen 2006). En este sentido, la politización de las diferencias es el mayor acto de libertad en el FSM, en diálogo y en disputa con otros movimientos y redes globales.


Politizando las diferencias

“… el FSM es un espacio donde el feminismo encuentra un locus fecundo para tejer sus alianzas, ideales con otros sujetos, pero también para actuar y marcar sus contribuciones para la democratización de la política…“ (Betânia Ávila 2003). Esta democratización de la política se sustenta en el rechazo a una totalidad emancipatoria, a la dicotomía entre lo social- cultural y lo político, a la idea que existen luchas principales y secundarias. Y se asienta en el entendimiento de “la relación entre sexualidad, producción y reproducción como cuestiones que hacen parte de los planos simbólicos y materiales de las relaciones sociales de explotación y dominación, y una exigencia analítica traída por la politización de las varias dimensiones del conflicto social que revelan los movimientos sociales” (Ávila 2003), abriéndose de esta forma a múltiples emancipaciones, interconectadas, fortaleciéndose y disputando democráticamente los contenidos y ampliación de sus agendas. Teivo Teivanen también abona a esta percepción al sostener que el FSM muestra elo-cuentemente que no hay totalidad que pueda contener la inagotable diversidad de teorías y prácticas del mundo hoy día. (Teivanen, 2006). Indudablemente la pregunta política que surge en esta inagotable diversidad es qué diferencias merecen reconocimiento y cuáles deben ser rechazadas porque atentan contra el reconocimiento de esta misma diversidad.

El FSM 2007 tuvo aciertos indudables: la dinámica del 4to día, que produjo cientos de propuestas de movilización y acción para 2007, culminando en una semana conjunta y diversa en todo el mundo, de acciones y movilizaciones. Esta metodología permite, como dice Wallerstein, pasar de la “defensa a la ofensa”, empezando así a disolver la tensión que se venía arrastrando desde los inicios de los FSM: entre foro espacio abierto para todos los que quieren transformar el sistema mundo existente y entre los que quieren organizar acciones políticas específicas desde el FSM (Wallerstein, 2007) 1

El desarrollo de las actividades del Foro fue desigual. Muchos de los paneles auto-organizados desarrollaron discusiones con especial riqueza de análisis y capacidad de propuesta. Se posicionaron con fuerza temas como VIH /Sida, el agua, reforma agraria, soberanía alimentaria. Las actividades co-organizadas (entre el Comité Africano y redes/movimientos globales) que estaban también orientadas al público en general tuvieron poca participación de gente del Foro y menos participación de personas de fuera. Algunas de ellas hablan de la existencia de tres foros paralelos: el del estadio, sitio central donde se realizaban muchos de los paneles, el de los pasillos rodeando el estadio, con música, expresiones culturales, venta de productos de artesanía locales, las movilizaciones y marchas. Y el de las grandes carpas, fuera del estadio, inmensas y generalmente despobladas, donde se realizaban actividades coorganizadas y paneles abiertos al público. “Era el sector geográfico del Foro de intersección con la sociedad civil de Nairobi”, insuficientemente presente en la vida cotidiana del Foro (Sergio Ferrari, 2007). Otras hablan de la existencia de ”otro” Foro, el realizado por el People´s Parliament (Parlamento de los Pueblos) en la ciudad de Nairobi, Kenya (Oloo, 2007).
A los problemas ya constantes de traducción, de déficit financiero, de organización de los espacios, que también han sido parte de Foros anteriores, se sumaron otros problemas, que para muchos ponen en cuestión la Carta de Principios. Problemas de tercerización (entrega de las inscripciones y los restaurantes a empresas privadas, precios de inscripción considerados altos para los movimientos populares de Kenya, aunque hubo un paquete importante de inscripciones sin costo), seguridad policial, en algunos casos militarizada (en una sociedad con altos índices de criminalidad) produjeron reacciones en contra de muchas/os de las/os participantes. En un comunicado lanzado por la Asamblea de Movimientos sociales se critica las tendencias a la comercialización, a la privatización y a la militarización del espacio del Foro. Frente a estos problemas se ha propuesto elaborar un documento de “normas de conducta” para los organizadores de los próximos foros.

Los problemas presentados en el Foro de Nairobi evidencian lo que comienzan a ser interrogantes importantes en relación al Foro mismo: ¿es posible tener eventos tan grandes, con precios de inscripción que dejan fuera justamente a aquellos que el FSM quiere privilegiar? ¿Es posible tener eventos que arrojen pérdidas significativas para el Comité organizador? ¿El problema del financiamiento debe ser solo responsabilidad de los comités nacionales que organizan el Foro? ¿Dónde conseguir recursos sin violentar la Carta de Principios? ¿cuántos recursos? ¿Son siempre las grandes ONG, por los recursos que manejan, las que tienen más posibilidades de organizar actividades que los mismos movimientos sociales? Para responder a estas preguntas es necesario una evaluación histórica del desarrollo del proceso del FSM en estos 7 años, y ya existe un Grupo de Trabajo que está preparando los términos de esta evaluación para la siguiente reunión del Comité Internacional.

Pero el Foro de Nairobi tuvo otros problemas, que hicieron retroceder dramáticamente lo que ha sido hasta ahora una de sus importantes características: sus intentos de construir una nueva cultura política, entre los movimien-tos, redes y actor@s sociales, la permanente ampliación de sus márgenes de entendimiento colectivo, el reconocimiento de la validez de otras luchas, su apertura a visiones feministas y a las luchas de orientación sexual…todo ello ya constituye el bagaje político, metodológico y epistemológico de los FSM.

Por ello, una novedad, tremendamente negativa para las luchas democráticas -y no solo de feministas y de las comunidades LGBTT- se dio por la masiva y activa presencia de las Iglesias en general, y dentro de ellas, iglesias reaccionarias y fundamentalistas para con los derechos de las mujeres y las luchas de orientación sexual. Esta discusión ya se había dado al interior de una de las reuniones preparatorias del Foro, en la cual varios de los participantes africanos señalaron, en relación a la orientación sexual, que ese no era un problema africano, sino occidental. No se hicieron cargo de una realidad evidente que requería asegurar el respeto a estas presencias y limitar la presencia de grupos antidemocráticos. Al no hacerlo, por primera vez existió un despliegue inusitado de “stands” de las iglesias, y, dentro de ellas, de grupos de iglesias abiertamente reaccionarias y fundamentalistas, por primera vez se realizó una marcha contra el aborto. Por primera vez también en la ceremonia de clausura, cuando habló una lesbiana, el nivel de agresión de un sector importante de los participantes fue escandaloso.

¿La "Evangelización" del Foro?

Y esto es un asunto delicado. El rol de iglesias progresistas en África es indudable. En países con débiles sociedades civiles, las iglesias son un factor catalizador de organización e iniciativas populares; y muchas asumen un compromiso social y político contra la pobreza (no necesariamente la exclusión). Y si bien en todos los demás foros la presencia de personas ligadas a las iglesias ha sido constante, con ellas ha existido una relación de disputa, pero también de respeto a los diferentes posicionamientos, reconociendo que la espiritualidad tiene distintas formas de manifestarse. Lo que ha unido a estas miradas es su reconocimiento y respeto a la Carta de Principios, que explícitamente asume que el FSM es un espacio plural y diversificado, no confesional, no gubernamental y no partidario, orientado a consolidar una globalización solidaria que respete los derechos humanos de todos las/os ciudadanas/os. Pero una cosa es la presencia de personas ligadas a las iglesias que aportan a la transformación social, respetando la carta de Principios, y otra es la presencia de aquellas expresiones religiosas y eclesiásticas que tienen una limitada perspectiva de los derechos humanos, una moralidad que se posiciona contra los pensamientos humanistas y libertarios, cuya acción cotidiana confronta la carta de Principios y que pretende quitarle a las personas, especialmente mujeres, homosexuales, gays, lesbianas y trans, el reconocimiento de sus derechos, de su libertad y de su autonomía. La presencia de grupos eclesiásticos antidemocráticos, cuya propuesta cotidiana no solo afecta a mujeres y homosexuales sino al mismo espíritu de pluralidad democrática que el Foro contiene, va en contra de la metodología misma del Foro.

No obstante, la presencia de los movimientos de diversidad sexual en el FSM 2007 fue amplia, activa, afirmativa, enriquecedora, especialmente de aquellas organizaciones africanas y kenyanas de gays, lesbianas, travestis, transgéneros, transexuales e intersex. Las organizaciones de Kenya habían estado en contacto con los –las organizadores del Foro tanto para armar el caucus de diversidad sexual, registrar eventos, como para aportar al éxito del Foro. Es decir, hubo un proceso en el que estos movimientos estuvieron envueltos, negociando y apoyando al Foro. Ya había visibilidad y presencia en el momento en que dentro de la reunión de la comisión de metodología y contenido se afirmaba que la homosexualidad no era un problema africano.

Indudablemente han habido voces de protesta: en el mismo CI2 (Comité Internacional) llamando a que se promueva y potencie la lucha por los derechos sexuales y los derechos reproductivos en todas las instancias del proceso, como parte intrínseca del “espíritu” democrático del Foro. Igualmente, frente a estas irrupciones antidemocráticas, un conjunto de redes e instituciones elevaron un pronunciamiento al Comité Internacional, algunos de cuyos párrafos señalan: “A través de este documento afirmamos que las luchas de nuestr@s herman@s por los derechos sexuales y reproductivos en todo el mundo también son nuestras luchas. Y por lo tanto, evocando la diversidad creemos que son parte fundamental de la construcción de esos otros mundos posibles más solidarios y justos. … Dado que las luchas por la construcción de otro mundo solamente pueden ser exitosas si reconocen la diversidad de identidades y sujetos políticos, afirmamos que el Foro Social Mundial es un proceso abierto a quienes reconocen esta diversidad. Las organizaciones e individuos que promuevan la marginalización, exclusión o discriminación de otros son ajenos a este proceso…. Hacemos un llamado al Consejo Internacional, y a los diferentes Comités Organizadores, a promover y potenciar la integración de las luchas por los derechos sexuales y reproductivos en cada Foro Social alrededor del mundo. Entendemos la diversidad de contextos culturales y políticos que pueden darse, pero el derecho a la lucha por la autonomía y la libertad de nuestr@s herman@s no es negociable.” (Carta al CI: En Diversidad, otro mundo es posible3 ). Así, los derechos sexuales y los derechos reproductivos son ya uno de los ejes tenaces de disputa en lo global y en lo local.

Sin embargo, es más que todo esto: es más porque incorpora, en las decisiones en las instancias organizativas del Foro, miradas “particulares”, o distanciadas de las nuevas expresiones de lucha por la ampliación de los márgenes de las democracias que están expresándose en sus países. Porque no ha sido solo las negativas para incorporar más activamente la visibilidad del derecho a la orientación sexual. También ha sido la restricción analítica y política para las luchas de los y las trabajadoras que trae la propuesta de “trabajo decente” propuesta por la OIT y asumida en forma excluyente por la organización africana del Foro, en vez de considerarlo como una propuesta y no como la totalidad de las estrategias frente al trabajo (Waterman, 2007). Y ha sido la casi inexistencia del Campamento de la Juventud, fuerza indiscutible y multitudinaria en los anteriores foros y que en este último tuvo una participación, según cifras dadas por varias fuentes, de no mas de 250 personas en el campamento. No son temas ni espacios cualesquiera, son expresiones de nuevas temáticas y nuevas presencias que han quedado oscurecidas en el Foro, limitando su capacidad de reflexión y autorreflexión. Por ello, estas exclusiones no son solo un asunto de competencia de feministas, de movimientos LGBTT, de jóvenes, o de trabajadores y trabajadoras, sino del Foro en su conjunto, y del CI dentro del Foro. Lo que está en cuestión no es el Foro Social Mundial, ni el Foro de Nairobi. Están en cuestión determinadas prácticas, que pueden reconocerse y trabajarse, como lecciones aprendidas de lo que necesitamos explicitar en relación a dinámicas y formas de funcionamiento democrático de las instancias organizadoras. Y explicitar la amplitud infinita del FSM con aquellas personas, organizaciones, movimientos que están de acuerdo con la Carta de Principios y con el cambio político y cultural que ella contiene como horizonte. La tarea que tenemos por delante, parafraseando a Shannon Walsh, es “no romantizar nuestras solidaridades sino analizar nuestras exclusiones” (Walsh 2007).

1 Esta decisión de facilitar las movilizaciones y acciones, específicas o conjuntas, de las redes y movimientos sociales y ONG que confluyen en el Foro se ha visto facilitada por la decisión de realizar el FSM cada dos años.
2 Samir Amin fue el primero que tomó la palabra y el primero en condenar la discriminación contra las y los actores de las luchas por orientación sexual, seguido luego por otr@s integrantes del CI.
3 Esta Carta, Inicialmente firmada por el Programa democracia y transformación Global de la Universidad de San Marcos-Lima, la Articulación Feminista Marcosur, el Centro Flora Tristán, ABONG y el Instituto Paulo Freire, ha recibido un conjunto significativo de adhesiones.

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