Cotidiano Nº 43

El libro “Mulheres Negras do Brasil”* rescata la trayectoria de personajes fundamentales para la construcción de la identidad del País. Discriminadas por ser mujeres, negras y pobres, cada conquista estuvo acompañada de mucha lucha y persistencia. Conocer su historia es entender la propia evolución social de Brasil, dice Sueli Carneiro en el prólogo de este magnífico e imprescindible documento de 496 páginas de gran formato, tanto por sus textos como por las ilustraciones, fotos, recuperación de diarios y revistas.

Revive la vida de las mujeres negras esclavizadas – desde las hijas de la aristocracia africana que ostentaban títulos de nobleza - hasta las que lucharon de mil maneras por poner fin a esa situación que a pesar de ser “legal” nunca jamás fue aceptada. Sólo hacia Brasil fueron traficados alrededor de cuatro millones de personas esclavizadas, entre congos, angoleños, benguelas, caçanjes, minas y otros individuos provenientes de los más diversos pueblos y grupos étnicos que habitaban las villas, ciudades y regiones del continente africano.

Las mujeres negras que el libro trae son aquellas que de alguna manera entraron en la historia del país, que tienen nombre. Pero ellas representan a muchas otras, anónimas pero no menos importantes para el desarrollo social brasileño. No solo fueron esclavizadas sino que después de la Abolición fueron invisibilizadas por la historia oficial, ahora por pobres y también por mujeres y negras. Este es el vacío que el libro llena, dice Carneiro.

Hubo rebeliones cuidadosamente ocultadas y también testimonios como el que sigue, recuperado por los autores. Se trata de la carta escrita por Esperança Garcia en 1770, dirigida al gobernador de la provincia de Piauí, que se convirtió en un documento de mucho valor, pues representa uno de los raros testimonios dejados por quien de hecho experimentó las atrocidades del sistema esclavista. En ella Esperança denunciaba los malos tratos que estaba sufriendo por parte del administrador de una de las haciendas reales que fueron incorporadas a la Corona después de la expulsión de los jesuitas. Era la Hacienda “Dos Algodões”, en la jurisdicción de la Inspección de Nazaré, administrada por el capitán Antônio Vieira do Couto. Esperança vivía allí con el marido, pero fue llevada por el capitán para ser la cocinera en la sede de la Inspección. Esta narrativa no sólo retrata las violencias sufridas cuando escapaba para encontrar al cónyuge, lo que le estaba prohibido, como también el hecho de ser sometida a los ataques del patrón. “(...) no lo puedo explicar pues soy un colchón de golpes, tanto que una vez caí de la casa hacia abajo; por misericordia de Dios escapé(...)”.